"Está todo bien acá, estamos armando el ataúd para Luis (Piccinetti) jaja". El mensaje de texto que Carlos Adrián Lai mandó a través de su teléfono celular a su pareja "Toti" horas antes del crimen del agricultor José Luis Salas se leyó a viva voz en la sala penal y todos los presentes se despabilaron.
Se lo nombró tanto desde que empezó el juicio, que el tribunal dispuso citarlo a declarar ayer para ayudar a esclarecer el homicidio. Sin embargo, Adrián Lai, hermano de la acusada Silvia Raquel Lai, sembró más dudas que certezas. Reconoció que Piccinetti, presunto homicida y con quien había forjado una estrecha amistad de tan sólo 20 días, le prestó una moto, un par de zapatos y un celular mientras estuvo declarando en la comisaría. Más tarde afirmó que no estaba acostumbrado a ese trato por parte del imputado.
Su hermana contuvo el llanto; no soportó ver el feroz interrogatorio y permaneció cabizbaja junto a su abogado defensor Manuel Pedernera. En el debate oral que empezó el lunes, a los imputados se los acusa de planear y concretar la muerte de Salas, que fue encontrado sin vida en su domicilio de Trancas en julio de 2007.
El hermano de la imputada explicó que al mensaje de texto lo mandó "porque el sábado a la noche, él (Piccinetti), me contó que tenía problemas con su mujer". El tribunal cuestionó ese y otros SMS y el declarante quedó demorado a disposición del tribunal para seguir dando testimonio. "Loco, pasó una cagada (sic); mataron al esposo de Silvia", le escribió Lai desde su celular al "dandy de Trancas" en la madrugada del domingo.
Adrián Lai contó que la noche antes del fatal hecho, él y el masajista, a quien conoció en el gimnasio que este abrió en Trancas, se quedaron bebiendo Fernet en el negocio de Lai. "Él tomó más que yo. Me fui a dormir cuando cerré el negocio. Luis se quedó hasta esa hora (la 1.30)", expresó con cierto nerviosismo.
Según la hipótesis de los investigadores, los dos acusados ocultaban un romance y el esposo de Lai los descubrió. Luego la víctima tuvo una discusión con el amante. Se cree que ambos imputados planearon y ejecutaron días después al agricultor en su domicilio.
Hasta ahora las sospechas vienen y van, como en un ping pong. Ella calla, él insiste en que es inocente. "Estoy seguro de que voy a salir absuelto. Duermo sin pesadillas ni sobresaltos porque sé que a Jesús lo mataron; pero ¿era culpable?", preguntó Piccinetti a LA GACETA, en el cuarto intermedio.
Se lo nombró tanto desde que empezó el juicio, que el tribunal dispuso citarlo a declarar ayer para ayudar a esclarecer el homicidio. Sin embargo, Adrián Lai, hermano de la acusada Silvia Raquel Lai, sembró más dudas que certezas. Reconoció que Piccinetti, presunto homicida y con quien había forjado una estrecha amistad de tan sólo 20 días, le prestó una moto, un par de zapatos y un celular mientras estuvo declarando en la comisaría. Más tarde afirmó que no estaba acostumbrado a ese trato por parte del imputado.
Su hermana contuvo el llanto; no soportó ver el feroz interrogatorio y permaneció cabizbaja junto a su abogado defensor Manuel Pedernera. En el debate oral que empezó el lunes, a los imputados se los acusa de planear y concretar la muerte de Salas, que fue encontrado sin vida en su domicilio de Trancas en julio de 2007.
El hermano de la imputada explicó que al mensaje de texto lo mandó "porque el sábado a la noche, él (Piccinetti), me contó que tenía problemas con su mujer". El tribunal cuestionó ese y otros SMS y el declarante quedó demorado a disposición del tribunal para seguir dando testimonio. "Loco, pasó una cagada (sic); mataron al esposo de Silvia", le escribió Lai desde su celular al "dandy de Trancas" en la madrugada del domingo.
Adrián Lai contó que la noche antes del fatal hecho, él y el masajista, a quien conoció en el gimnasio que este abrió en Trancas, se quedaron bebiendo Fernet en el negocio de Lai. "Él tomó más que yo. Me fui a dormir cuando cerré el negocio. Luis se quedó hasta esa hora (la 1.30)", expresó con cierto nerviosismo.
Según la hipótesis de los investigadores, los dos acusados ocultaban un romance y el esposo de Lai los descubrió. Luego la víctima tuvo una discusión con el amante. Se cree que ambos imputados planearon y ejecutaron días después al agricultor en su domicilio.
Hasta ahora las sospechas vienen y van, como en un ping pong. Ella calla, él insiste en que es inocente. "Estoy seguro de que voy a salir absuelto. Duermo sin pesadillas ni sobresaltos porque sé que a Jesús lo mataron; pero ¿era culpable?", preguntó Piccinetti a LA GACETA, en el cuarto intermedio.